POR EDUARDO MARTÍNEZ SOTO ALESSI
Hasta antes de 1991, el heavy metal era un género considerablemente restringido en cuanto a exposición y penetración comercial; el público que lo escuchaba y realmente lo disfrutaba era muy limitado y difícilmente podía hacerlo en la radio o en cualquier otro espacio de difusión masiva.
Aquel sonido que a principios de los 70 había sido definido por bandas como Black Sabbath, Led Zeppelin o Deep Purple, cambió de ritmo y aumentó en intensidad en los años siguientes gracias a otras como Iron Maiden, Judas Priest y Motörhead. Pero fue en los años 80 cuando el género explotó y se volvió más extremo y acelerado con la llegada del thrash metal, del que Anthrax, Slayer, Megadeth y Metallica serían los cuatro grandes representantes con álbumes tan importantes como Persistence of Time, Reign in Blood, Rust in Peace o el grandioso Master of Puppets.
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